Volver a casa con las manos vacías, de lo más complicado que me ha tocado vivir, luego de haberme ido llena de planes y sueños. Me tocó y sin duda, fue una lección mas.

Así nos fuimos: con un mapa y el corazón lleno de sueños
En el momento en que decidí volver porque ya no tenía más opciones para seguir intentando en Buenos Aires, sentí como si todo hubiera sido en vano. La decisión más difícil de mi vida (dejarlo todo) había acabado 5 meses después cuando la realidad me obligaba a volver para ver que hacer con esa nueva vida que yo había creado. Mi familia y yo siempre fuimos de clase media, nunca tuvimos grandes posesiones materiales y aunque jamás nos faltó nada, todo lo que yo hacía tenía que estar costeado por mí misma. Diciembre del 2013, tomo un barco y parto nuevamente hacia Montevideo. Comenzaba el verano, se acercaba Navidad, Año Nuevo y en el aire se respiraba felicidad, fiesta, todo eso que se huele en diciembre. Los supermercados se inundan de compras navideñas; comienzan las despedidas del trabajo, los regalos, en fin.. es todo una fiesta. Pero yo estaba lejos de eso. Yo estaba en un pueblo a las afueras de a ciudad, sin dinero y viviendo nuevamente con mi familia.
Imprimí mis currículums nuevamente y me decidí a encontrar el trabajo que me devolvería a Buenos Aires. Una caída no acabaría con mis sueños. Un par de semanas más tarde, estaba trabajando para una casa de ropa entre 10 y 12 horas diarias. Comenzaron a pasar los días y mi vida era más monótona que incluso antes de irme. Despertaba, desayunaba, trabajaba y volvía a mi casa directo a comer y dormir, y así día tras día.
Pasaron seis meses y dije;: se terminó. Mis fondos ya eran suficientes como para volverlo a intentar.
Entre medio de eso, se hicieron audiciones para la universidad de arte de Buenos Aires y me escapé para probar suerte. Fui, pasé mi semana de audiciones, volví y días después supe que no había sido seleccionada. Me pregunté para que era buena entonces… no tuve respuesta!
Miles de preguntas atormentaron mis días seguido a eso pero, ¿qué más podía hacer que seguir adelante? Llegó el momento y la estadía en Uruguay concluyó. Mi destino volvía a ser el mismo pero esta vez con una excepcional diferencia: muy dentro mio yo sabía que esa sería la última vez en mucho tiempo antes de volver a Uruguay, algo grande me esperaba. Entonces antes de partir, fui y saqué mi pasaporte.
Volver a casa con las manos vacías fue caer para levantarme con mas fuerza y esta vez si, esta vez no iba a fallar…
La historia continúa.
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