Pasar de las calles montevideanas a las de París, solo existía en mis sueños y me hace reflexionar mucho el que hoy sea mi realidad.

Muchos de nosotros imaginamos cosas las cuales nos obligamos a creer fuertemente: que se trata de algo imposible, algo que solo puede ser verdad en nuestra imaginación, etc. La mayoría de las veces no tenemos ni idea de cuán cerca puede estar la posibilidad de hacerlo real y por tanto, nos auto imponemos que es un imposible que jamás vamos a alcanzar.
Hace unos días mientras caminaba por la orilla del Río Sena, se me vino a la cabeza el como es la vida y lo viable que es hacer lo que se nos de la gana si es que realmente lo queremos. Desde chica siempre tuve muchísimos sueños pero había uno en particular, un proyecto, un anhelo, que no lo podía sacar de mi cabeza estuviera donde estuviera. Ese sueño era conocer y vivir en París. Cualquiera de ustedes podrá decir que siendo una niña es normal que me hubiera obsesionado con querer hacerlo habiendo tantas películas y libros, más dudo que así fuera ya que eso se hubiera remitido a un capricho y con los años se me habría olvidado y habría pasado a otra cosa…, pero no! Los años pasaron y yo seguía obsesionada y enfocada en que algún día llegaría a los pies de la torre Eiffel y allí me quedaría.
Recuerdo como si hubiera sido ayer, el día en que la vi, el día en que finalmente la tuve frente a mis ojos. Desde el avión veníamos todos muy pendientes de verla y aunque las nubes no lo permitieron, sabíamos que estaba allí. Cuando salimos del aeropuerto, tomamos un bus. No tenía ni idea de donde estaba pero iba súper emocionada con mi celular haciendo un book de selfies y riendo a más no poder hasta que en un momento el bus pega un giro, yo levanto la mirada y allí logro alcanzar a ver la mitad de la Eiffel. Mis manos fueron hacia mi cara como un imán y las lagrimas comenzaron a salir. Dios mío, que alegría, que emoción, que euforia, todo, todo junto!!! Una sensación que difícilmente se describe con palabras cuando haces realidad uno de tus sueños y más, si la espera fue de 17 años…
Esa no fue mi llegada definitiva a la gran ciudad, más en ese instante fue que confirmé que ese era mi lugar. No me quería ir por nada del mundo y aunque así lo tuve que hacer, cuando regresé, lo hice para siempre. Hoy París es mi casa y acá me voy a quedar.

De las calles montevideanas a las de París para mi fue pasar de soñar a vivirlo como mi realidad y no quisiera caer en la típica frase “follow your dreams” pero… POR FAVOR: escucha tu interior. Escúchate por un minuto en tu vida y date la oportunidad de ser sincera y auténtica contigo misma. Ninguna circunstancia ni ninguna persona, te va a dar la seguridad y la plenitud como el hacer y ser lo que verdaderamente sientes. Y no se los dice una persona con la vida fácil, con los recursos económicos suficientes para vivir donde le plazca. Se los dice alguien que la “rema en dulce de leche” desde que decidió ser feliz. Así que si yo pude, tu también.
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