¿ Cuántos de nosotros deseamos cosas, para las cuales no tenemos el suficiente valor de alcanzar? O quizás algo peor que eso.., pensar antes de nada, que es imposible para nosotros. Y con eso me remito al comienzo de nuestras vidas, donde la mayoría de nosotros, somos educados para alcanzar una vida normal aceptada por la sociedad, donde la ecuación es: nacer – estudiar – tener un titulo – trabajar – formar una familia – tener la casa – el perro – los hijos y si se puede, el auto. Y tras esta pequeña introduccion, paso a presentarme y les conto como todo comenzó.

¿Como todo comenzó?
Mi nombre es Lorena y siempre me incline hacia el arte, comenzando desde pequeña con ballet, folklore, canto, teatro, asistente personal… (sabe dios porqué me anote a un curso para saber ser secretaria…).
Hasta los 23 años, mi vida fue bastante normal. Curse los estudios básicos y luego llego la universidad. Algo tarde porque no me decidía a encarar ninguna carrera, todas me parecían mega aburridas. Para ese entonces tenía un novio que ejercía como abogado y, por consiguiente, mi elección fue estudiar Relaciones Internacionales.
Recuerdo perfectamente mi primer día, tanto como si fuera hoy.
Dure aproximadamente unos dos meses hasta que llego la noche… esa noche en la cual todo cambio.
No se los dije antes, pero mis clases eran a la noche. Y fue un día como cualquier otro. Me levante a las 8 am, desayune, me vestí y salí corriendo a trabajar. En aquel momento trabajaba con mi papa, en su empresa. Al salir de trabajar, tenía tiempo de estudiar y entrar a clases. Las horas pasaron y de pronto alguien dentro mío dijo: ¿qué mierda hago acá?, ¿porque estoy acá?, ¿quién me obliga?
Termino la clase, tomé el bus que demoraba una hora aprox. en llegar a mi casa y luego de cenar algo, me acosté a dormir.
Como antes lo mencione, mi novio ejercía como abogado. Era un tipo totalmente estructurado; familiar, super arraigado a las costumbres uruguayas y muy terco. Un hombre que entendía mis deseos de pasar la frontera como el gusto por “las luces”. El me definía así y hablaba con todos así de mí: “lo que pasa que LORENA no entiende que de las luces no se puede vivir; que del arte no va a vivir nunca, que la vida no es viajar y nada más.” “LORENA tiene que entender que la vida es otra cosa; que para estar bien hay que estudiar una carrera de lo que sea y trabajar, formar una familia y vivir tranquilo”.

Esas palabras eran tan comunes para mí como el comer, pero dentro mío siempre sobrevivía esa vocecita que me decía: anda Lorena, dale, hacerlo, es ahora. Y yo sonaba… sonaba con bailar, con conocer otros países de la mano del arte ya fuera bailando, cantando, actuando, lo que fuera. Yo quería recorrer el mundo de forma libre, sin estereotipos, sin grandes riquezas y hasta quizás, pasando hambre. Que me importaba a mí la condición. Yo solo quería conocer, saber, aprender lo que nunca se puede aprender de un libro: aprender a vivir a mi manera.

Ese día llego. Ese día en el que las respuestas llegaron, en el que todo fue claro. Y entonces al despertar de aquella noche en la que me acosté pensando porqué estaba en la universidad, me dije: SOY UNA INFELIZ. Soy la mujer más infeliz del mundo porque vivo una vida que YO no quiero y hago cosas que no quiero. El trabajo con mi padre es una basura, mi relación es una basura, estudio una carrera que es una mierda, con una rutina de mierda y todo es una mierda.
Acto seguido a eso, me levanté y decidí vender todas y cada una de mis pertenencias. Renuncie al trabajo que tenía con mi padre, deje la facultad y acabe mi relación. Entre medio de todo eso compre mi pasaje y me largue.
MI VIDA VOLVIÓ A COMENZAR…

0 Comments