El perro adoptado que viaja tiene nombre, se llama Inna the Explorer y esa, soy yo. Pero déjame contarte mi historia y como pasé de vivir en las calles mexicanas, a recorrer el mundo en brazos de mi familia.
Soy mexicana, nacida en León, Guanajuato. El 15 de octubre de 2014 abría mis pequeños ojos por primera vez. Hay muchos recuerdos que son borrosos pero recuerdo que fuimos 5 hermanos, todos iguales y que vivíamos en un lugar bastante frío y solitario. A diario venían a vernos para comprobar que ya estuviéramos listos y aunque yo no sabía para que, mis horas las pasaba acurrucada en mí mamá: gorda, cansada y aunque un poco hambrienta, siempre disponible para nosotros.
Recuerdo cuando el día llegó. Estábamos todos dormidos en los brazos de mamá, llegó el amo con una caja de cartón entre sus brazos y nos puso a todos dentro. Nos subió a una cosa con un ruido que jamás había oído y nos empezamos a mover. Mi mamá ya no estaba.. la habían dejado. Llegamos a un lugar donde hacia calor, había mucha gente y mucho olor a comida, aunque como yo todavía no sabía comer me daba igual. Yo solo conocía la teta de mamá y aunque no lo sabía, me la habían quitado para siempre.
Nos bajaron a todos y empezó mi peor pesadilla. Nos sacaron de esa caja a los 5 y mientras nos tenían en brazos, gritaban con todas sus fuerzas: ¡¡llévele, llévele!! Se venden chihuahuas. En ese momento yo seguía sin entender nada. Mis ojos se mantenían entre abiertos porque el sol era muy fuerte, esperando poder volver al regocijo de mamá. Pasaba mucha gente. Cuando la gente se acercaba, nuestro amo decía: ¡¡ándale son 500 pesitos!! Recuerdo que todos me sonreían, me tocaban, me agarraban y se iban. Así una y otra y otra vez. Fue feo, muy feo. Y es algo que no me gustaría que ningún hermano perrito viviera, pero que ahora que crecí veo que fue de lo más simple que a alguien le puede pasar.
Casi por el final del día se acercó una persona más, una mujer, la misma que me convertiría en “el perro que da la vuelta al mundo”!
Se acercó, me miro, mi amo me entregó y sin pensarlo, me acurruqué como solía hacer con mamá. En esa piel había un olor extraño pero familiar a la vez, un olor del que sin saberlo, jamás me volvería a alejar. Luego de una discusión, llegó a un acuerdo con mi amo y me llevó. Cuando llegamos a su casa, me miro y me dijo: Inna, te vas a llamar Inna. Y fue entonces cuando mi vida cambió para siempre.
Hoy me conocen como el perro adoptado que viaja y da la vuelta al mundo y es una de las cosas más maravillosa que le puede pasar a cualquiera. Conocer lugares nuevos cada vez, probar comida nueva y conocer perritos como yo al rededor del mundo es mi modo de vida y no puedo ser mas feliz! Ésta historia casi cumple 6 años, los cumplo viviendo en Paris – Francia y espero que los años que siguen, los vivas conmigo!
Hasta la próxima.
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